Panamá será testigo del restablecimiento de los vínculos entre Cuba y EE. UU. que auguran una nueva era en las relaciones interamericanas.
La VII Cumbre de las Américas, que tiene como tema “Prosperidad con Equidad: El Desafío de Cooperación en las Américas”, no será otra cita presidencial del hemisferio. La ciudad de Panamá será testigo del fin de la última confrontación de la Guerra Fría en el mundo, cuando el presidente estadounidense Barack Obama y su homólogo cubano Raúl Castro estrechen sus manos para dar por superado un conflicto bilateral de 55 años.
Nadie podrá decir que el restablecimiento de relaciones bilaterales será una tarea fácil. Se espera que disidentes cubanos de Miami y otras ciudades latinoamericanas realicen manifestaciones para expresar su rechazo al acercamiento ensayado por el presidente Barack Obama a la isla caribeña.
Recomposición
La cumbre será especialmente importante para el presidente Obama, quien fue acusado reiteradamente de olvidar a sus vecinos del sur. Si hace unas semanas alejó el peligro nuclear de Irán al aceptar un acuerdo, por el cual limita la producción de uranio, ahora desea pasar a la historia como el presidente que apagó las últimas cenizas de la Guerra Fría.
De esta manera, los demócratas creen que allanarán el camino para la recomposición de las relaciones interamericanas. Si bien es cierto que aún no se confirmó una reunión entre Obama y Castro, los diplomáticos estadounidenses consideran que será un hecho.
Más aún, la Casa Blanca anunciará el retiro de Cuba de la lista de países que patrocinan el terrorismo internacional, medida solicitada por la diplomacia cubana desde la primera reunión que realizó la secretaria adjunta para Asuntos Hemisféricos, Roberta Jacobson.
Pero aún falta superar otros escollos para lograr la consolidación de las relaciones bilaterales, que están sujetos a presiones de distintos actores políticos. La disidencia cubana de Miami considera que Obama cedió mucho y no pidió nada a cambio. Además, creen que la mayor apertura para que más estadounidenses visiten la isla solo servirá para consolidar a un régimen que atraviesa serios problemas económicos, luego de que Venezuela decidiera reducir el envío de petróleo.
También la nueva relación deberá pasar la prueba del bipartidismo. Los republicanos más conservadores están furiosos con la política exterior de Obama. La mayoría republicana, que domina tanto la Cámara de Representantes como la de Senadores, aseguran que no levantará el embargo comercial que pesa sobre la isla. Solo el Legislativo podría modificar o levantar la famosa ley Helms-Burton, que sanciona a embarcaciones de terceros países que utilicen puertos cubanos.
Otro frente de lucha será por el apoyo de los países caribeños del Caricom. Debido a la caída del precio del petróleo en el mercado internacional, la influencia de Venezuela comienza a disminuir en esta región. La Casa Blanca está dispuesta a ayudar con petróleo a los países del Caricom con el fin de reducir la dependencia de Caracas. Antes de la cita, Obama se reunió con las autoridades de las 15 naciones caribeñas para ofrecerles un acuerdo de cooperación energética.
Ante tanta incertidumbre, solo el sábado podremos tener una idea clara del éxito o fracaso de esta cumbre que promete pasar a la historia.
Distensión con Venezuela
Otro tema que concentrará la atención de la región será la crisis de las relaciones entre Venezuela y Estados Unidos, luego de que la Casa Blanca declarara que el país sudamericano era una amenaza a la seguridad nacional.
Sin embargo, ambos países manifestaron su deseo de ingresar en una etapa de distensión a solo horas del inicio oficial de la cumbre. La visita del consejero del Departamento de Estado norteamericano, Thomas Shannon, a la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, demuestra los deseos de la Casa Blanca de “poner paños fríos” a las deterioras relaciones bilaterales. Mientras tanto, Dilma Rousseff declaró que Nicolás Maduro manifestó su disposición de promover una reducción en las tensiones diplomáticas con Estados Unidos.
(El Peruano)
