Escribe: Andrés Corrales (*)
Hace pocos días Singapur estuvo en los ojos del mundo, debido a que fue el lugar escogido para la histórica reunión entre el Presidente Trump y su homólogo norcoreano Kim Jong-un. Singapur es uno de los cuatro tigres del Asia, denominado así por su impresionante despegue económico. Su independencia data apenas de 1965 y en tan pocos años, esta Ciudad-Estado, casi sin recursos naturales, pasó de una situación de subdesarrollo a ser un país del primer mundo.

Más allá de sus características peculiares, son varias las claves de su desarrollo que pueden ser replicables: un liderazgo visionario; un planeamiento pragmático de largo plazo; un servicio civil sólido al que se accede por mérito, con directivos y profesionales que no cambian cuando lo hacen las autoridades; y la alta capacidad de ejecución de sus políticas y planes.

Es que, en efecto, contar con un servicio civil meritocrático es una condición para el desarrollo. Sin un servicio civil profesionalizado no podremos alcanzar el desarrollo. O ¿acaso es serio pensar que es posible avanzar en la gestión de las políticas sectoriales, si cambian todos los directivos cada vez que cambian los ministros, que en promedio tienen una duración de trece meses desde el año 2000? Si como ya se ha dicho muchas veces, hay una curva de aprendizaje en altos puestos de como mínimo 3 meses, queda en el mejor de los casos un año para intentar hacer algo valioso. Quizá es por eso que tenemos tan poca planificación y toma de decisiones pensando en el largo plazo. ¡Si en estas condiciones el largo plazo es de un año!

Dentro de poco cambiarán todas las autoridades regionales y locales y, seguramente con ello cambiarán a todos los directivos de esas entidades. Con ello se perderá la memoria institucional, se detendrá o interrumpirá la ejecución de las políticas y todo podría volver a empezar desde cero.

Y si a ello le añadimos un servicio civil que se basa más en contratar a servidores de confianza antes que en realizar concursos meritocráticos, entonces no tenemos el mejor contexto para promover la integridad y combatir la corrupción. Por eso es que en el indicador de institucionalidad del Índice de Competitividad del Foro Económico Mundial, estamos entre los más bajos del mundo.

Es hora de cambiar esta situación que nos condena al subdesarrollo y que constituye un ancla que impedirá todo progreso sostenible. Si queremos alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, necesitamos sólidas instituciones públicas y un servicio civil meritocrático. Es un prerrequisito. Sin ello, ninguna política pública avanzará seria y sostenidamente.

Los peruanos merecemos un servicio civil de calidad. Para lograrlo, se requiere de decisión política que permita fortalecer la reforma del servicio civil, que contribuirá en la construcción del Estado meritocrático que necesitamos para el desarrollo del país. Solo así podremos poner realmente al Perú primero.

(*) Andrés Corrales: Gerente de Desarrollo de la Gerencia Pública de SERVIR

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