Perfil. Es jefe del Servicio de Neonatología y del Banco de Leche Humana del Hospital San Bartolomé. Trabaja en el nosocomio hace casi tres décadas, y hace un año en el banco que salva la vida a bebés prematuros o a neonatos con algún tipo de infección. Gracias a su iniciativa, el nosocomio creó el Consultorio de Alto Riesgo Neonatal.

Foto: El Peruano

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Es médico y pediatra neonatólogo, sus sentimientos de protección hacia los más indefensos fue una opción clara desde siempre. Pudo haber sido geriatra, dice, pero eligió cuidar los primeros momentos de vida de las personas. Wilfredo Ingar Armijo, durante 10 años, no claudicó en su sueño de crear un banco de leche humana. Una financiera de salud que atiende solo a bebés prematuros gracias a capitales de madres fraternas y comprometidas.

Hoy es jefe del Servicio de Neonatología y del Banco de Leche Humana del Hospital San Bartolomé, uno de los mejores en asuntos de salud de la mamá gestante y su bebé. Allí atiende a los recién nacidos, pero con mayor dedicación a los más desvalidos de todos los pacientes: los bebés prematuros.

Como responsable del banco debe vigilar que la leche para los prematuros o los recién nacidos que sufren alguna infección neonatal, sea de óptima calidad.

Para ello cumple con un procedimiento de 10 pasos que la Red Iberoamericana del Banco de Leche aplica en diversas países de la región.

“Monitoreo desde el lavado de manos para hacer una buena procura, técnicas de amamantamiento, concientizar a las madres sobre la solidaridad hasta la pasteurización y selección de la leche. Son dos tipos de mamás las que llegan aquí: la que guarda su leche porque su pequeño tiene un problema de salud, y la que dona”, comentó.

Hace 10 años gestó la idea de crear un banco de leche humana para proteger a los bebés que vienen al mundo antes de los 37 semanas (son 300 al año en el San Bartolomé), sobre todo al que llegó al mundo con menos de 1.5 kilogramos de peso.

Tierna pasión

Como su pasión por los bebés prematuros fue desde siempre, y las evidencias científicas revelaron que el calostro es el alimento más completo y seguro para el recién nacido, creyó conveniente diseñar un proyecto que cambiara la historia de las mamás que no pueden producir la cantidad de calostro que su hijo prematuro necesita.

“Ahora salvamos a nuestros bebés prematuros. Pero como nos interesa asegurar su calidad de vida, garantizar su desarrollo neuropsicológico, creamos el Consultorio de Alto Riesgo Neonatal que nos permite vigilarlos hasta los 5 años”, dice con gentileza.

Porque este galeno, aunque no se reconoce como un hombre especial, admite que es sensible, tal vez por las enseñanzas de su madre, una dedicada enfermera que le enseñó los oficios de proteger y cuidar la salud de los más indefensos del mundo.

Para Ingar Armijo todos los casos son emblemáticos, dramáticos y le producen un nudo en la garganta. Cada uno, señala, le confirma que valió la pena no rendirse y construir después de una década ese banco lechero.

“El hospital me da la enorme satisfacción de ayudar a los demás a pesar de que en el hospital público no hay recursos. Siento satisfacción de trabajar por los que más necesitan”.

Hoja de vida

Me formé como médico cirujano en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.

Ingresé en el Hospital San Bartolomé luego de culminar mi residencia, hace tres décadas.

Soy médico pediatra, con especialidad en Servicios Hospitalarios.

Tengo una maestría en Salud Pública.

Fui consultor en UNICEF.

Escribe: Susana Mendoza Sheen

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