Vamos a ponernos en el lugar del conductor de un auto, usuario frecuente de una carretera. Un día cualquiera, luego de la temporada de lluvias, manejando por la carretera logra ver a tiempo un cono naranja. Al acercarse, entiende que el cono está puesto para advertir a los conductores que después del cono hay un hueco. El conductor piensa “Qué bien que alguien haya tenido el acierto de poner el cono”. Pero luego, días más tarde, empieza a encontrar más conos naranja en la carretera, delante de muchos huecos, tantos que casi es imposible circular con comodidad. Los conductores considerarán que es bueno que pueda haber uno o dos conos naranja, pero luego de un tiempo pensarán que es mucho mejor reparar la carretera. Algo así es la experiencia del presupuesto participativo en el Perú.

 

El presupuesto participativo fue una medida de alta eficacia que afrontó, en su momento y con determinadas condiciones de contexto, dos carencias (“huecos”) importantes en el uso del presupuesto público para el desarrollo sostenible: (i) la ausencia de un mecanismo de priorización del gasto y (ii) la ausencia de la participación de la población en las decisiones presupuestales. Esto está plasmado en los objetivos formales del presupuesto participativo que son muy claros y vigentes: mejorar la calidad del gasto garantizando que contribuya al desarrollo sostenible, e incrementar la participación de la población en las decisiones de asignación de gasto. Sin embargo, a través de los años cabe preguntarse si se ha elevado la capacidad de priorización del gasto y la participación de la población en las decisiones presupuestales.

 

El primer “hueco” (priorización) ha ido cubriéndose con el mejoramiento de la calidad y precisión de los Planes de Desarrollo Concertado, el mejoramiento de los sistemas de monitoreo, algunas mejoras en el SNIP y otras innovaciones que han ido implementándose. Sin embargo en los talleres de presupuesto participativo se sigue trabajando con “proyectos” en lugar de trabajar sólo con “impactos finales”. Aunque los esfuerzos de capacitación se incrementen, no es rol de la población crear capacidades de priorización de proyectos, este rol debe competir necesariamente a un equipo técnico de las entidades públicas. La priorización debería tecnificarse mucho más en función de tableros de control que monitoreen el avance de los impactos del desarrollo sostenible. Es un error mantener la selección de proyectos como una actividad de la población, la población debería priorizar impactos.

 

El segundo “hueco” (participación de la población en la decisión sobre el presupuesto), efectivamente se ha logrado un involucramiento creciente de la población, sin embargo el indicador de éxito ha sido “cantidad de ciudadanos que participan en los talleres de Presupuesto Participativo, priorizando proyectos” cuando en realidad debería ser  “porcentaje de la población que participa en los mecanismos de priorización de impactos”.

 

En otras palabras es necesario redefinir los indicadores de éxito del Sistema de Presupuesto Participativo. Si antes el indicador de éxito era “monto aprobado en talleres de Presupuesto Participativo”, que en adelante sea “porcentaje del presupuesto total con impactos validados por la población mediante mecanismos diversos”. Si antes era “número de proyectos propuestos por la población aprobados”, que en adelante sea “porcentaje de proyectos cuyos resultados están alineados a los impactos validados por la población”. Reconociendo que no es una tarea fácil, el enfoque metodológico debe cambiar, afianzando una real intervención de toda población en la priorización de los impactos esperados de los proyecto y ya no en la generación de proyectos o “debatiendo” en Talleres. Esto no niega que efectivamente se haya hecho avances en la metodología de los talleres, pero a veces la herramienta misma debe ser repensada para poder aspirar a indicadores mayores. Tampoco descarta los esfuerzo que se hacen en capacitación (algunos de los cuales están bien encaminados), pero aunque la capacitación se haga mucho mayor, por sí misma no logrará desentrampar la barrera para lograr indicadores mayores.

 

Como conclusión se puede afirmar que la medida de adoptar un sistema de Presupuesto Participativo fue acertada y debe continuar, pero aprovechando el avance en el nivel de organicidad de la población (evoluciones ya logradas en RENIEC, MIDIS, MINSA, entre otros) para pasar de una situación en la que parte de la población decide sobre los proyectos que invierten parte del presupuesto, en una situación en la que toda la población decida sobre la prioridad de los impactos de todo el presupuesto. De ser una medida de “conos naranja” debe pasar a ser una medida de “reparación integral de la carretera”.

 

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