Es tecnóloga médica del laboratorio del Servicio de Hematología del Instituto Nacional del Niño (INSN) de Breña, desde hace 50 años. Ha sido considerada por el equipo de autoridades y especialistas de la institución como la trabajadora del 2015, reconocimiento ganado por su dedicación ininterrumpida a favor de la salud de la niñez.

Tal vez sus juegos de niña, estudiar en el colegio Rosa de Santa María o admirar a un tío suyo que era médico, orientaron su natural vocación por observar la composición de la sangre, hacia el cuidado de la salud de los más indefensos: los recién nacidos, los niños y adolescentes de nuestro país. Mercedes Salazar Bonifacio hizo del análisis e investigación hematológica una causa justa e ineludible.
Forma parte del equipo del servicio de Hematología – Laboratorio, que pertenece al Departamento de laboratorio, investigación y docencia del INSN- Breña. Lugar en el que se mueve como pez en el agua porque labora allí desde hace cinco décadas. Su tarea es procesar, de acuerdo con la solicitud de los médicos tratantes, por lo menos 200 muestras de sangre de los pequeños que llegan a la consulta externa, y unas 60 de los hospitalizados. Ocupación que realiza diariamente, incluso en la noche.
“Nuestra área de trabajo es la única en el hospital que continúa su labor durante la noche. Atendemos solicitudes para determinar el perfil de coagulación de los niños y niñas que serán operados o para sacar un hemograma completo que servirá para descartar anemia o cuadros infecciosos de los chicos”, comenta.
Experiencia y tecnología
El análisis de tantas muestras hematológicas, por lo menos de los últimos 50 años, le han dado sagacidad de observación. Mercedes, por ejemplo, sabe, de acuerdo con el color de la sangre, si un niño tiene anemia o no, o si está mal nutrido. “Es más clarita, los matices del rojo cambian”, dice. O si el paciente es de la Costa o la Sierra, “porque es más espesa de quien vive en la Sierra porque respira poco oxigeno”.
Sus padres fueron sus abuelos maternos. A ellos les debe su forma de ser, su cuidado, estudiar y valorar lo que le tocó vivir. Se le quiebra la voz cuando menciona a su madre y su padre, a quienes no los conoció. Esa pena, felizmente no dañó su alegría. Doña Mercedes salió adelante por mérito propio y se lo agradece a Félix Takami, importante hematólogo del Hospital del Niño, al que consideró su papá, amigo y hermano durante los años que trabajaron juntos.
Pero lo bueno de esta tecnóloga médica es que reúne dos bondades: experiencia y conocimiento técnico. Ella ha sido formada para manejar equipos de última generación, máquinas automatizadas que le permiten analizar 40 muestras de sangre en 30 minutos. Un récord, cuenta. Pero como “el diablo sabe más por viejo que por diablo”, Mercedes es la única de su equipo que puede sacar muestras a los niños más difíciles. “Tengo ojo clínico, les encuentro la vena al toque. Donde pongo el ojo, pongo la aguja”. Y es que ella ama a los niños, por eso los conoce tanto, y se siente satisfecha de saber que contribuye a salvar sus vidas de las garras de una enfermedad.
Hoja de vida
Durante 1970-1972 estudió laboratorio en la Escuela de Salud Pública I
En 1970 fue nombrada como tecnóloga médica en el INSN- Breña.
Ha recibido capacitación permanente para el manejo de equipos de última generación y de actualización de criterios de análisis.