La corrupción es un fenómeno que, en mayor o menor medida, ha sido tratado por el gobierno, los políticos, los medios, las ONG, la academia y la empresa. Se han suscrito tratados internacionales, se han firmado pactos locales, se han hecho investigaciones y estudios, y se cuenta con toda clase de diagnósticos. Pero el fenómeno sigue en aumento, y la población –que percibe la corrupción como la mayor barrera para su desarrollo y progreso– es cada vez más pesimista respecto a su solución, tal como lo demuestra la reciente encuesta de Proética en el ámbito nacional.

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Ante la desconfianza generalizada, el país necesita saber qué plantean los candidatos a la presidencia de la República. Pero más que el QUÉ, se requiere saber el CÓMO. Por ejemplo, cómo piensan reformar el sistema de administración de justicia y la Policía Nacional. Cómo reformarán el sistema político, tan penetrado por el narcotráfico y el crimen organizado. Cómo mejorarán la gestión de la Unidad de Inteligencia Financiera para combatir el lavado de activos. Cómo lograrán que la Contraloría General de la República cumpla una labor eficiente y eficaz. Cómo harán realidad el gobierno electrónico y la transparencia en la gestión pública. Cómo mejorarán la rendición de cuentas para lograr un verdadero escrutinio público que mitigue la arbitrariedad de un Estado que no cumple con las más elementales normas de transparencia y acceso a la información pública.

Los candidatos deben decirnos si sus estrategias consistirán básicamente en la mera dación de leyes, o si –por el contrario– buscarán mecanismos innovadores y disruptivos que acaben con la cultura de impunidad, como recurrir a la colaboración internacional siguiendo experiencias exitosas en otros países.

Quienes aspiran llegar a Palacio de Gobierno deben hacer una aproximación diferente al problema y ser capaces de conectar la indignación y el hartazgo de la gente con mecanismos que viabilicen su participación en la solución del desafío. Por ejemplo, deben decirnos qué piensan respecto a si la corrupción viola los derechos humanos. Esta no es ninguna ocurrencia filosófica. Si algún candidato logra persuadir a la población de cómo la corrupción impacta su derecho a recibir justicia y a no ser discriminada; a tener seguridad, salud y educación de calidad; a gozar de todos sus derechos políticos, sociales y económicos; y a tener igualdad de oportunidades, entonces será capaz de dar a este enorme desafío su real dimensión, y conseguirá el mayor respaldo posible a sus planes de políticas públicas anticorrupción. Y aun cuando enfocar el problema desde la óptica de protección de los derechos humanos requiere de mayor debate, el plantearlo desde esa perspectiva ayudará a incrementar el nivel de conciencia ciudadana para empoderar a la población y convertirla en la mejor aliada para iniciar un camino hacia la transparencia, la ética y la justicia.

Proética, junto con importantes aliados de la sociedad civil y del empresariado, ha organizado el foro Los Candidatos Presidenciales ante la Corrupción, que se desarrollará el 25 y 26 de enero en la Universidad del Pacífico. Será un espacio plural en el que todos los candidatos tendrán la oportunidad de exponer sus planes de políticas públicas en materia de transparencia y anticorrupción, y responderán a las preguntas que formulará un panel compuesto por un selecto grupo de analistas y expertos.

(Jorge Medina. El Comercio)

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