Escribe: Jorge Muro Arbulú
Director – Strategic Management Bussiness Skills
Es indudable que tiene que haber un Sistema Nacional de Inversión Pública (SNIP) que armonice los diferentes proyectos nacionales, regionales y municipales. No tenerlo implicaría una superposición de esfuerzos y, en no menor medida, una falta de control en los proyectos, con los posibles excesos de gastos de cualquier índole. Para aquellos que pregonan que es un Sistema que traba las inversiones, les tenemos que dar la razón pero, que sin dejar de tenerla, tendríamos que aducir que proyectos como el de Rehabilitación de la Carretera Emp. R1S (La Sierpe)-Chaparra- Quicacha, propuesto por Provias Departamental del Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC) a un costo de S/. 3,410,323, fue desestimado por la simple razón de que ya había sido aprobado y declarado viable el mismo proyecto, formulado por el Gobierno Regional de Arequipa por un monto de S/. 878,080 según fuente oficial del MEF. Sólo un botón de muestra de lo grave que puede llegar a ser el no tener el SNIP.
Pero, teniendo en claro que los proyectos de inversión son una herramienta para superar nuestras falencias materiales y humanas de nuestro difícil y complejo país, debemos preguntarnos ¿qué falta para que no tengamos inversiones duplicadas y con costos tan disímiles? O ¿Cómo es posible que se construya un “Monumento al Arbitro” en Tumbes donde la tasa de analfabetismo es de 22.3%, mayor que el 11.8% del promedio nacional?
Todo ello tendría sus raíces en una clara falta de prioridades de la comunidad por parte de las autoridades (o en demasiada imaginación) en cuanto a que las primeras prioridades van hacia la salud, educación e infraestructura, que son pilares esenciales para un desarrollo, lo que habla de una desinformación pobre (o muy mala) en ciertas autoridades. Por otro lado, sin restarle importancia en lo más mínimo, está la cultura: el “Monumento al Arbitro” de Tumbes hubiera sido impensable en otras latitudes donde no sucedería algo así si los pobladores no están de acuerdo. Y ni qué decir donde hay un mayor acercamiento con la población mediante la filosofía de que un servidor público es sólo eso, un servidor (persona que sirve) con deseos de servir, no una autoridad personal proveniente de esa gran lotería llamada elecciones.
Pero dejando de lado aspectos culturales, hablamos también de una responsabilidad en el Estado, más aun si las cosas en el SNIP o la inversión pública son, por lo menos, complicadas y difíciles de comprender. Veamos:
La Resolución Directoral del SNIP N° 002-2007-EF/68.01, publicada en el diario oficial El Peruano con fecha 3 de marzo de 2007, sostiene en número 33 del Glosario de Términos que: Sostenibilidad: Es la capacidad de un PIP (Proyecto de Inversión Pública. Agregado del autor) para mantener el nivel aceptable de flujo de beneficios netos, a través de su vida útil.
Y, en el número 32 del mismo Glosario dice que: Vida Útil del Proyecto: Periodo durante el cual un proyecto de inversión pública es capaz de generar beneficios por encima de sus costos esperados. Es decir, se define Sostenibilidad en función de un nivel de ingresos “aceptable” (cualquiera sea lo que esto signifique) a través de su vida útil; y se define como Vida Útil el periodo en el que el PIP genera beneficios netos. Es decir, define Sostenibilidad y Vida Útil en los mismos términos o, para ser más preciso, cada uno en función del otro. Toda una contradicción.
Debemos aclarar que la sostenibilidad de un proyecto está relacionada a sus costos iniciales y de desarrollo del mismo, pero vida útil del proyecto es otra cosa. Muchas veces no se sabe cuál será esta vida útil. Tenemos un claro ejemplo en el Walkman de Sony, concebido en 1979 y que hasta ahora, 28 años después, genera ingresos. Es decir, la sostenibilidad del proyecto Walkman fue de menos de un año y su vida útil es, a la fecha, de 28 años.
Pero lo que deberíamos hacer, también, es adoptar las fases que todo proyecto debe tener de acuerdo al PMI (Project Management Institute. Ver gráfico) que incluye dos fases de suma importancia: la de Control (presente en todo el proceso) y la de Cierre. Esta última nos permite hacer una recapitulación y ver qué falló y qué motivó que el proyecto (PIP en este caso) haya tenido éxito, por lo que su ejecución se vuelve indispensable. Con esto tendremos una base de datos a la cual podrán acceder las distintas instancias usuarias del SNIP para no repetir los errores de otros. Después de todo, inteligente es quien aprende de sus propios errores, y sabio quien aprende de los de los demás.
Pero, además, los conceptos vertidos sobre sostenibilidad y vida útil, implican una demanda decreciente o, como es usual, en forma de campana, lo cual es casi siempre cierto en el mundo comercial: todo producto tiene su ciclo de vida, como lo refleja el gráfico “Curva de demanda del Resultado del Proyecto” aquí graficado.
Pero, además, los conceptos vertidos sobre sostenibilidad y vida útil, implican una demanda decreciente o, como es usual, en forma de campana, lo cual es casi siempre cierto en el mundo comercial: todo producto tiene su ciclo de vida, como lo refleja el gráfico “Curva de demanda del Resultado del Proyecto” aquí graficado.
Ello está conceptualmente bien dentro del mundo comercial, pero cuando se hace una posta médica o una carretera, muchas veces la demanda es una variable incierta dado que no existe en forma previa y por tanto, su cálculo es -por definición- imprevisible si adoptamos cálculos de demanda basados sólo en herramientas de muestreo estadístico. En realidad, se pueden hacer aunque para ello es menester usar inferencia bayesiana y funciones de distribución probabilísticas. Herramientas abstrusas para muchos y difícil de entender a primera vista, por lo que no se puede adoptar en forma masiva.
De otro lado, a manera de ejemplo, la demanda puede ser creciente hasta estabilizarse en un tiempo dado -caso de una carretera- y continuar ad infinitum con lo cual el modelo de campana implícito en la nomenclatura del Glosario no sería el apropiado, pues ello sería aceptar que la vida útil del resultado del proyecto lo es también. Algo que nos da qué pensar. Por lo menos.