Por: Jaime Sobrados (*)

Es una labor clave, indudablemente; sin embargo, una parte de la administración pública ha tomado como costumbre cambiar a muchos de sus servidores cuando se instala un nuevo gobierno. Estos relevos hacen que el conocimiento acumulado por los servidores durante varios años se pierda cuando dejan la entidad. En nuestro país, los cambios se dan incluso cuando jura un nuevo ministro o asume funciones el nuevo titular de un pliego presupuestal.

Este problema se debe a que no tenemos un servicio civil de carrera. El ente rector del sistema de recursos humanos del sector público, Servir, no ha podido implementar el nuevo Régimen del Servicio Civil de la Ley N° 30057. Más aún, el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski no dio el impulso que requería una reforma tan importante, como esta, para mejorar el desempeño de la administración pública.

Los recientes escándalos de corrupción en todos los niveles de la administración estatal demuestran que tenemos que hacer algo para garantizar que los servidores públicos actúen con base en el interés general de la población y no a favor suyo o de terceros. Y en esta discusión, toma relevancia que busquemos tener un servicio civil de carrera.

Para seleccionar a los nuevos servidores públicos, debemos definir el perfil que deben cumplir los candidatos para ocupar un puesto en el Estado. Y ya que existen varias decenas de puestos que realizan diferentes funciones, señalamos dos características transversales para acceder a ellos.

La primera es la ética pública. El servidor debe ser consciente de que representa al Estado y que los ciudadanos pagan su remuneración. La segunda está referida a la vocación de servicio. El servidor debe tener claro que, como parte de la administración pública, debe servir a la población y no para servirse de ella.

El reto para los próximos años es implementar el régimen de la Ley N°30057 y desarrollar instrumentos de evaluación para validar que las personas que accedan al servicio civil de carrera tengan ética pública y vocación de servicio.

Si bien la tarea no es fácil, empezar ahora nos permitirá tener la esperanza de que, al bicentenario, nuestro país estará encaminado para tener, finalmente, una administración pública profesional, meritocrática, éticamente responsable y con vocación de servicio para atender las necesidades de la población.

Publicado en el diario El Peruano

(*) Director de la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental.

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