Lo ocurrido con el Ministro de Trabajo en Arequipa debe convocarnos a reflexionar, ¿qué es lo que queremos de nuestros funcionarios públicos? ¿De nuestros representantes políticos?

funcionarios-publicos-humanos

No conozco los hechos exactamente, pero la peor fuente para enterarse de la verdad, desde mi punto de vista, son los medios de comunicación, eso lo se por experiencia propia. Sin embargo, pensemos, ¿un ministro de trabajo tiene derecho a ofuscarse? Y en la ofuscación, ¿a cometer errores? Vamos algo mas allá, Alan García, por ejemplo, ¿tendrá derecho a llamar la atención de sus hijos en un lugar público? ¿Ollanta Humala no debe tener una discusión con su esposa?

Nada en el Código de Ética de la Función Pública indica que las más altas autoridades de nuestro país deben estar permanentemente sonriendo o tratar al periodismo con amabilidades superiores. Esa imposición proviene de los medios de comunicación o, eventualmente, de la opinión pública; los primeros buscan permanentemente el error en las formas del político o del funcionario público. Para constatar esta afirmación basta hacer una revisión rápida y sencilla, digamos de dos días de entrevistas en sets de televisión y mas aún en la calle, son en todos los casos un ejercicio a la paciencia suprema. Entonces, que sucederá si los hijos de un funcionario, de un ministro, de un alcalde o un congresista, están enfermos y angustiados o preocupados; ¿si, el señor en cuestión, quiere usar los servicios higiénicos, o tiene calor? ¿Tendrá derecho a estar apurado?

Prefiero, desde mi punto de vista, a las personas antes que los cortesanos; esos reyes, príncipes y nobles, que aparecen en las revistas de sociedad europea, siempre perfectos. Creo que es mejor que el ministro sea un peruano más, pero para todo efecto, tanto para hacer la cola antes de entrar a un evento como para reclamar si ésta no avanza, como lo haría cualquiera de nosotros.

Dejar respuesta

Please enter your comment!
Please enter your name here