Las elecciones se acercan, el ruido político empieza a alcanzar niveles ensordecedores y la confianza empresarial lo resiente: el índice de expectativas de la economía del Banco Central de Reserva bajó 13% entre enero y abril de este año. Sin embargo, muchas de las cosas que acaparan los titulares de la prensa son más síntomas que causas, y muchas de las especulaciones que se tejen generan más ruido que señales claras sobre qué debe preocupar al empresariado.

Foto: Semana Económica
Foto: Semana Económica

La política es mucho más seria e importante que las telenovelas que protagonizan los personajes inescrupulosos que saltan a las primeras planas como parte de escándalos de corrupción. No diferenciar entre una y otra puede tener un costo de largo plazo muy alto para el sector privado.

En el libro El Perú está calato (Planeta, 2015), Carlos Ganoza y quien escribe analizamos cómo la política afecta a la economía más allá de los escándalos. Los escándalos muchas veces centran equivocadamente la atención de las personas hacia sus protagonistas, cuando lo que más importa son las fallas institucionales que los generan. Específicamente, la falta de partidos políticos sólidos y estables genera varias disfuncionalidades que tienen efectos directos sobre la economía y los negocios, a través del comportamiento del Congreso y los gobiernos subnacionales.

Si bien el 2016 marcará la cuarta transición democrática ordenada, también se cumplirán 15 años de retorno a la democracia sin partidos políticos sólidos. En ese período se han acentuado dos características de nuestro sistema. Primero, la fragmentación: los partidos nacionales han pasado de haber ganado el 60% de los cargos en las elecciones regionales y municipales del 2002 al 30% en las del 2014, cediendo ante la multiplicidad de movimientos regionales y locales. Segundo, el carácter efímero de los partidos: los movimientos regionales y locales tienen una muy baja tasa de reelección, no duran más de un período. En las tres elecciones, del 2006, 2010 y 2014, la mayoría de las organizaciones que participaron a nivel regional y municipal eran nuevas.

UN CONGRESO DE INDEPENDIENTES
La debilidad de los partidos los lleva a invitar a sus listas al Congreso a personas con cierto nivel de simpatía popular y con recursos propios para financiar su campaña, ya que sus marcas partidarias no generan votos. En las elecciones del 2011, el 45% de los congresistas eran independientes o miembros invitados de los partidos que los postularon. El problema con esta estadística es que los independientes en las listas tienden a bailar con su propio pañuelo y representan sus propios intereses. No son personas con mayores vínculos con el partido, su popularidad no depende de él, y muchos entraron a la política aprovechando una oportunidad circunstancial sin tener la intención de dedicarse a ella en el largo plazo.

Como consecuencia, el Parlamento no llega a desarrollar capacidades legislativas. En estas condiciones, la iniciativa legislativa del Congreso se convierte en una fuente permanente de sustos y el Ejecutivo se vuelve resistente a legislar sobre asuntos complejos a través del parlamento.

Esto explica el problema que se observa hoy, cuando el gobierno urgido por la coyuntura económica necesita hacer reformas rápidas, en temas técnicos, y necesita pedir facultades especiales a un Congreso sin mayores motivaciones para otorgarlas, tal como lo hizo recientemente el ministro de Economía Alonso Segura.

GOBIERNOS DE UN PERÍODO
Los movimientos regionales y locales que han ido reemplazando a los partidos nacionales tienen una característica que predomina: tienen intereses muy específicos, y en no pocos casos se trata de organizaciones que entran a la política con una clara lógica comercial. Estas son empresas políticas con fines de lucro, prácticas muy agresivas y un comportamiento antisistema que hace al país menos gobernable y más desinstitucionalizado.

Esto ocurre de dos formas. La primera es a través de la corrupción. Para financiar su llegada al poder una clara fuente de recursos son los grupos ilegales: narcotráfico, minería ilegal y contrabando. Así, en las elecciones regionales de 2014, 124 candidatos tenían acusaciones de vínculos con el narcotráfico. La segunda es por su mala gestión. Los partidos que pretenden estar un sólo período no tienen incentivos para formar buenos funcionarios, proveer servicios públicos con eficiencia, ejecutar proyectos de infraestructura con alto valor social, acercar el gobierno a la población ni promover, en general, el desarrollo.

El artículo de portada de la última edición de SEMANA económica explica en detalle cómo las fallas instituciones limitan el desarrollo económico del país.

(Andrea Stiglich / Semana Económica)

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