Estos tres conceptos están estrechamente ligados, conviene examinarlos por pares relacionándolos entre sí, el examen del desarrollo con democracia, nos lleva a los conceptos de desarrollo humano y a los roles y responsabilidades del Estado, el examen de desarrollo y descentralización, nos lleva al concepto de las oportunidades. Esto se esta siendo evidente en los paulatinos cambios, aunque no muy acelerados, en el comportamiento de los mercados, especialmente en las provincias.
Entrecruzando los tres conceptos, la descentralización no se puede entender, sin un proceso de desarrollo. No es finalidad de la descentralización la reforma del Estado, pero sí una condición. Se requiere acercar el Estado a cada uno de los ciudadanos o habitantes del país, en su propio medio y en su propia situación, por alejado que esta sea.
El concepto de democracia en la vida cotidiana, tropieza con un individualismo, que se desarrollo sobre todo en la década del 90´. La promesa incumplida del Estado, ha sido una constante en los 184 años de la vida Republicana. Desde hace 40 años están produciéndose procesos en la base, en las localidades tales como la migración, dado en los años 40´ y más aún en los 60´, primero con destino a Lima y después a otras ciudades, que han pasado de unos pocos miles, a cientos de miles de habitantes.
El Perú tiene 60 ciudades con más de cincuenta mil habitantes, que a pesar de su infraestructura precaria, está constituyendo pequeños pero muy dinámicos mercados. Las escala mayor del comercio informal, esta en las provincias, en el ámbito de los Gobiernos Locales. Esta dinámica esta abriendo otros procesos, como el proceso de desarrollo económico local. El proceso de desarrollo de las vías y medios de transporte, el proceso de cambio en el medio rural, por ejemplo la presencia de cabinas de Internet, que lo hace muy diferente a lo que era algunas décadas atrás.
El Estado debe seguir a la sociedad. Hemos estado acostumbrados al discurso de que la Sociedad sigan al Estado. Nos falta reconocer de que estamos en un colectivo mayor, que tenemos de compartir una visión, responsabilidades y roles. Existe una dicotomía entre la democracia representativa y la democracia real o participativa. El reto es construir una sola democracia. Los países desarrollados han agregado el esfuerzo individual de las partes, al colectivo social: a la riqueza del colectivo social. La descentralización es un proyecto tardío. Es un instrumentos no una finalidad, que se alimenta de los procesos de la base, que vienen desde la época del Gobierno Militar y de las frustraciones que le siguieron.
El Estado debe acompañar los procesos de los ciudadanos de base, articulándolos y facilitándolos para luego integrar estos procesos de generación de riquezas individuales y construir la riqueza colectiva. No se resuelve el problema de desarrollo sin esta visión desde arriba, vertical, desde la estructura del Estado, sino a partir de los procesos de creación de riqueza desde la base. Un nuevo tipo de relaciones, de corresponsabilidad entre el Estado y los actores de la sociedad se viene dando. Tenemos las tendencias pero los apoyos y la institucionalidad, son aún muy precarios.
Se requiere entonces construir ciudadanía y construir institucionalidad. Siendo débil las instituciones a nivel nacional, es posible fortalecer esta institucionalidad aprovechando las dinámicas reales que se vienen dando en la experiencia local. De la experiencias local se pueden recoger sus aprendizajes y luego convertirlos en normas. Se tiene hoy el marco jurídico propicio para estimular estos procesos para construir ciudadanía e institucionalidad y para, a partir de estos procesos, alcanzar niveles superiores de desarrollo.
La descentralización como instrumento implica compartir poder. A nivel central existen temores en este sentido, por ejemplo de la ruptura del equilibro fiscal que se debilitaría de transferirse responsabilidades a nivel local.

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