Se suele decir que cada varias décadas se producen transformaciones en el mundo que hoy denominaríamos disruptivas, esto es, que modifican las bases sobre las que se habían fundamentado las ideas y las actuaciones de las personas y las organizaciones. Bien sea por conflictos bélicos, bien por revoluciones tecnológicas, lo cierto es que cuando esto sucede se altera, a veces radicalmente, la manera en la que percibimos el entorno en el
que vivimos, y descubrimos otra realidad oculta a nuestros ojos hasta ese momento.

En esos momentos, las organizaciones se suelen enfrentar a la necesidad de adaptación a un cambio que es crítico para su supervivencia. No se trata tanto de adoptar nuevas medidas, de renovar sus procesos de actuación o de incorporar las tecnologías emergentes como de repensar su para qué, su misión, y su orientación al futuro.

La Agenda 2030 y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) culminan algunas de las líneas de pensamiento público de las últimas décadas, así como las realizaciones efectuadas por los Gobiernos, los organismos internacionales, las empresas y las organizaciones sociales sobre la concepción del Estado y de la Administración pública y de su relación con la sociedad civil y los otros actores.

Ahora se han incorporado con firmeza a las agendas de los Gobiernos y de las organizaciones privadas y sociales nociones como la gobernanza, las alianzas, las redes de actores, la economía social, la creación de valor público, la responsabilidad social, la integración, la igualdad efectiva o la diversidad; así como la medición y contrastación de la actuación sobre la base de evidencias o el desarrollo e implementación de las tecnologías
digitales. Convergen, así, los avances en el pensamiento social y público con las nuevas herramientas tecnológicas y los cambios sociales y de las relaciones de producción en una interacción muy intensa y veloz que está haciendo evolucionar muy rápidamente nuestro mundo.

En este contexto, el CLAD desea seguir siendo un actor relevante en los procesos de cambio en el ámbito público en los veintidós países que lo integran, de la misma manera que lo ha sido desde su fundación, hace 46 años. Para ello, necesita reflexionar sobre su institucionalidad y sus metas.

La Agenda 2030 y los ODS representan una oportunidad inmejorable para lograr la centralidad del CLAD en los actuales procesos de cambio. A ello contribuyen los grandes avances en los países de la región, que los sitúan entre los más adelantados del mundo en el diseño e implementación de los modelos de gobernanza para alcanzar los ODS.

En los dos últimos años, el CLAD ha propiciado y participado en numerosos eventos relacionados con los ODS; el último es el «Simposio Iberoamericano sobre Modelo de Gestión Pública con miras a los ODS y la Agenda 2030», celebrado en Lima los días 7 y
8 junio de 2018, y cuyo informe se presenta a continuación. A lo largo de las reflexiones de estos años, se han ido fundamentando las bases de una hoja de ruta del CLAD para fortalecer su posición institucional en la región y para su propia transformación a partir de la implementación de la Agenda 2030.

El CLAD ya está maduro para formular una propuesta específica en torno a esta Agenda. Para ello, tiene que revisar su plan estratégico y sus líneas de formación y capacitación y buscar la manera de realizar el seguimiento de los ODS en América Latina, en alianza con los países que lo componen y con los organismos internacionales especializados en el fortalecimiento y la capacidad institucional. A esto podría contribuir la elaboración de guías de gestión o de implementación, así como la creación de un observatorio de buenas prácticas que puedan ayudar a los decisores y gestores públicos a la implementación de los ODS. También sería de gran interés desarrollar una guía para el ODS 16 de forma que el CLAD ejerciera un claro liderazgo en esta materia en la región.

Esta nueva orientación del CLAD requiere rediseñar e implementar un sistema de gobernanza para la consecución de los ODS. Esta adaptación debe verse como una oportunidad para su afianzamiento en los próximos años. La transformación debe alcanzar, quizá en primer lugar, a los programas de capacitación y formación que ofrece la Escuela
Iberoamericana de Administración y Políticas Públicas, ya que sin una refundamentación de los principios y valores de la cultura administrativa de los diferentes países no será factible alcanzar los ambiciosos y necesarios retos que nos propone la Agenda 2030.

Así, el diseño y ejecución de un plan específico de formación en materia de Agenda 2030 y ODS por parte del CLAD mostraría el camino que seguir en la región y sería una importante aportación al resto del mundo. Para ello, sería de gran utilidad aplicar un modelo de certificación y homologación de competencias profesionales, a partir de la Guía Referencial Iberoamericana de Competencias Laborales en el Sector Público, aprobada por la «Conferencia de Ministras y Ministros de Administración Pública» celebrada en Bogotá
el 8 de julio de 2016, y de la importante experiencia de algunos de los países miembros. Este plan de formación sobre ODS debe contemplar el reto que supone la incorporación de las herramientas digitales a las Administraciones públicas.

La oportunidad que ofrecen la Agenda 2030 y los ODS para renovar y fortalecer la misión y la gobernanza del CLAD resulta coherente con la labor de apertura y de afianzamiento de la institución en los últimos años. Si siempre han sido necesarios los apoyos y los acuerdos
para alcanzar las metas de las organizaciones, hoy compartimos en el mundo una agenda común y unos objetivos que solo podremos alcanzar si desarrollamos entre todos una acción conjunta y coordinada mediante instituciones fuertes y cada vez más democráticas e inclusivas.

Francisco Javier Velázquez López,
Secretario General del Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo (CLAD)

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